Pablo Chaves: "Los soportes tradicionales no pueden ser sustituidos por la tecnología"

Iniciamos una ronda de entrevistas con representantes del sector del libro antiguo, el facsímil y la bibliofilia para captar el momento actual del mercado, así como para analizar los principales problemas y las eventuales oportunidades que plantean las nuevas tecnologías para asegurar la pervivencia de este tipo de producto. Empezamos hablando con Pablo Chaves, responsable del Club de Amigos del Libro, una distribuidora especializada en este tipo de libros y con una dilatada presencia en el sector.

- ¿Cuál es, en su opinión, el estado actual del mercado de la bibliofilia, el libro antiguo y el facsímil?

- Desde los años 60, en España, la bibliofilia ha experimentado un auge progresivo, si bien los métodos de elaboración y de edición han variado sustancialmente, aprovechándose de las nuevas tecnologías de edición, las cuales han facilitado la creación de un nuevo y reciente mercado, y más accesible al bibliófilo de a pie. Esta eclosión de obras de bibliofilia, y su implementación en el mercado editorial convencional, así como su comercialización y distribución a través de firmas comerciales de amplio ámbito editorial, caso del Club de Amigos del Libro, han facilitado mucho el acceso a este género, sin depender tanto del nivel adquisitivo del aficionado. Además, la revolución tecnológica otorga un valor añadido a todas aquellas formas de expresión artística o cultural, cuyo valor reside tanto en el contenido como en el soporte; y es que ninguno de los soportes tradicionales son susceptibles de ser sustituidos por las nuevas tecnologías.

- Desde su perspectiva, ¿cuál es el principal problema de este sector?

- Exactamente el mismo que afecta al resto de sectores en la actualidad: la incertidumbre y la limitación del poder adquisitivo del ciudadano medio que, si bien ha tenido mayor acceso que nunca a la bibliofilia, ve limitada y retraída su afición. Por otra parte, esta coyuntura afecta también a los editores, que se lo piensan dos veces antes de lanzar nuevas ediciones, mostrándose excesivamente conservadores en este sentido.



- Se dice que este sector no acusa la crisis con la misma virulencia que otros, dado el perfil del cliente-tipo, ¿está de acuerdo?

- En cierto modo, así es, aunque, como ya he dicho anteriormente, el alcance y el clima mediático de esta crisis, reduce el ángulo ascendente de este mercado. Sin embargo y con todo, al tratarse de un ámbito donde el factor principal de compra son la afición, el cariño y el amor desinteresado por el libro antiguo, resulta más difícil menguar la voluntad de adquisición del comprador pues, aunque pueda parecer contradictorio, se prefiere prescindir de aquello que, si bien puede resultar necesario o conveniente, no satisface ni cubre nuestros anhelos más genuínos y perdurables. Si un aficionado estaba dispuesto en tiempos de bonanza a realizar una inversión importante en bibliofilia, dicha disposición es lo suficientemente fuerte como para permanecer en tiempos de crisis. El problema surge cuando el poder adquisitivo se ve afectado de forma incontestable; lo cual, lamentablemente también comienza a darse.

- Hay quien echa de menos cierto relevo generacional entre los bibliófilos, ¿cree que, en efecto, existe dicho envejecimiento en este segmento?

- Creo que la sociedad de la información ha generado tal capacidad de acceso a la cultura en general, y al mercado que ésta genera, que ha hecho posible que el esperado relevo generacional sea más factible, y las nuevas generaciones se aficionen tanto o más que sus predecesores. Lo que no podemos saber es la proporción que tendrá esta nueva generación.

- ¿Qué tendencias de futuro detecta usted en este mercado, y cuáles opina que pueden verse superadas por los nuevos tiempos?

- En la actualidad el mercado del libro antiguo se encuentra repartido entre libreros, distribuidores, editoriales y asociaciones diversas de bibliofilia; sin embargo gracias al creciente e imparable acceso a la información, hoy más que nunca, es más fácil moverse en este ámbito, indagar, contrastar, descargarse contenidos que nos cautiven antes de proceder a la adquisición de las obras físicas, ponerse en contacto con otros aficionados o poseedores de obras difíciles de conseguir, etc. Por todo esto, cabe esperar que se facilitará la compra e incrementará el nivel de conocimientos del aficionado, si bien la esencia del apasionado de la bibliofilia es poseer aquello que más difícil es de conseguir. También es de esperar que se produzca el susodicho relevo generacional, y sobre todo, que la oferta editorial (que se sostiene gracias a un público muy fiel, pero muy específico), se vea incrementada gracias a estas nuevas capacidades de difusión.





REMBRANDT, GRABADOR DE LA BIBLIA

Rembrandt realizó más de trescientas obras sobre historias y figuras de la Biblia (entre ellas, setenta aguafuertes), dotadas de un gran sentido de la composición, una sorprendente variedad técnica y una enorme expresividad emocional. El primero de sus grabados de temática bíblica data de 1626 y el último, de 1659. Para Rembrandt, el grabado no era un mero producto derivado de sus pinturas, sino un género dotado de un valor intrínseco. Con ello, seguía los pasos de sus más célebres predecesores, como Lucas van Leyden o Alberto Durero, llevándolos a un nuevo nivel. LEER MÁS



LAS FIGURAS BÍBLICAS DE VIRGIL SOLIS

Las primeras obras firmadas por Solis son de 1554. Su estilo, marcadamente decorativo y de vocación arquitectónica, sintonizó con cierta corriente en boga en el Renacimiento centroeuropeo por aquella época, que se complacía en fusionar temas y ornamentos de estirpe italiana con un gusto por lo abigarrado típicamente germánico. Su arte incorporó influencias de Durero, Beham y otros artistas. Su mejor obra son las Figuras Bíblicas del Antiguo y el Nuevo Testamento, que aquí analizamos, un proyecto gráfico sólido, quizás algo discutible bajo una óptica teológica, pero cautivador y apasionante desde la primera imagen hasta la última. LEER MÁS



LA MONUMENTAL BIBLIA DE MERIAN 

En 1630 se publicaba en Estrasburgo la conocida como Biblia de Merian, la gran Biblia de Lutero con imágenes, publicada por Lazarus Zetzner, una de las editoras más importantes de Europa. Fue la primera vez que los famosos grabados al cobre del insigne artista Mateo Merian fueron insertados en el texto a dos columnas. Las planchas originales fueron posteriormente coloreadas a mano, dando a los volúmenes de las Sagradas Escrituras un relieve plástico y una hondura espiritual tan sólo comparable a los que, en su género, realizaron Durero, Cranach o Rembradt. LEER MÁS



JACQUES CALLOT, ACÉRRIMO CONTRARREFORMISTA

El célebre grabador francés Jacques Callot nació en una región de predominio católico, donde además la influencia de Roma era creciente. El propio autor formaba parte de la cofradía de la Inmaculada Concepción, e hizo causa común con el dogma de la Comunión de los Santos propugnada por el Concilio de Trento. No es extraño, pues, encontrar estos temas en su producción grabada: entre sus centenares de estampas se incluyen ciclos sobre la Virgen, o su serie sobre vidas de santos. LEER MÁS