El Codex Calixtinus, las peregrinaciones jacobeas y la propaganda papal


Carla Manzano.- El Codex Calixtinus, también conocido como Liber Sancti Iacobi, constituye un hito fundamental en el desarrollo de las peregrinaciones jacobeas. Ultimada en el siglo XII, esta obra es un manuscrito en pergamino que reúne 225 folios escritos en línea corrida y que, posiblemente, fuera redactada "a cuatro manos", es decir, por dos escribanos distintos. Consta de 5 libros que incluyen textos litúrgicos y sermones, la historia de la llegada de los restos del apóstol a Galicia, la narración de los principales milagros realizados por el apóstol Santiago tras la aparición de sus restos, la saga de leyendas relativas al emperador Carlomagno y su pariente Roldán y la Guía de Aymeric Picaud, la descripción del itinerario y la relación de lugares que atravesaba en ese momento la ruta que pasaría a la historia como el "camino francés", el más popular y conocido de los recorridos jacobeos. En una ingeniosa comparación, nuestra colaboradora Candela Vizcaíno ha comparado en su blog el Camino de Santiago con el Facebook y el Twitter de la Edad Media, por lo que se supuso de canal de intercambio de ideas, opiniones y sensibilidades distintas.

La estructura del códice es la siguiente:

Libro 1. Constituido por sermones y homilías en honor del Apóstol, dos relatos de su martirio y oficios litúrgicos para su culto, firmados por Calixto II y otros Padres de la Iglesia.

Libro 2. Contiene veintidós narraciones en las que se describen algunos milagros realizados por el apóstol Santiago. El libro va precedido de un prólogo en el que se señala la universalidad de beneficiarios y de naciones de los sucesos milagrosos.

Libro 3. Compuesto por la Epístola del papa León; el relato de la traslación del apóstol Santiago (que viene a ser una justificación de la presencia de su cuerpo en España); un capítulo sobre las solemnidades de Santiago; y otro sobre las virtudes de las caracolas marinas que solían comprar a modo de souvenir los peregrinos.

Libro 4. Crónica de Turpín, arzobispo de Reims, más conocido por el nombre del Pseudo-Turpín. Narra la campaña de Carlomagno en España por orden del apóstol Santiago y la historia de Roldán, con la derrota de Roncesvalles y su muerte.

Libro 5. Más conocido como Guía del Peregrino (Liber Peregrinationis), se trata de las notas de un viaje realizado a Compostela en el que se fijan las rutas de un itinerario jalonado por la presencia de 31 cuerpos santos que se deben visitar y venerar y se describe, además, la ciudad de Santiago y su catedral.

Libro 6. Apéndices. Es una miscelánea de varias composiciones litúrgicas, varios himnos, una bula atribuida a Inocencio II para confirmar la autenticidad de la compilación, milagros en prosa y verso.


El documento original fue restaurado en el siglo XX y se conservaba, hasta sus sustracción, en la catedral de Santiago de Compostela. La fecha de su redacción no está clara, aunque se sabe a ciencia cierta que es anterior al año 1173, cuando ya se tienen noticias de que un monje de Monserrat acudió a Santiago para hacer una copia por encargo de su abad. La otra pista importante sobre la fecha de su redacción nos la da la carta que, a modo de prólogo, antecede a los cinco libros y que fue obra del papa Calixto II (de ahí recibe el documento su nombre de Codex Calixtinus).

Nos encontramos, por tanto, en la primera mitad del siglo XII, dato muy significativo porque es el tiempo del famoso don Diego Gelmírez, probablemente el obispo de Santiago de Compostela más hábil, inteligente y astuto, y sin duda uno de los hombres que más impulsó el desarrollo de las peregrinaciones a través de la ruta jacobea. No es casual la aparición de este clérigo en la historia. De hecho, es nombrado obispo de Santiago en el año 1100 con el apoyo de doña Urraca, hija del rey leonés Alfonso VI, y su esposo el conde Raimundo de Borgoña. Este matrimonio había recibido como dote del rey Alfonso VI el condado de Galicia, por lo que fue esencial el apoyo del matrimonio al clérigo para su nombramiento. Diego Gelmírez se convierte rápidamente en hombre de confianza del conde de Borgoña pasando a compaginar su cargo de arzobispo con el de secretario y canciller del conde. Posteriormente, en el año 1119, es elegido papa Guy de Borgoña, abad de Cluny y hermano del conde Raimundo de Borgoña, señor de Diego Gelmírez. Este nuevo papa pasaría a la historia con el nombre de Calixto II, el autor de la carta adjunta al Códice que podría inducir a pensar que la obra es un encargo papal.

Si combinamos el cerrado círculo de relaciones interpersonales descrito con los intereses del arzobispo Gelmírez y su conocida dedicación al fomento de las peregrinaciones jacobeas y su habilidad política, no sería absurdo deducir que el Codex Calixtinus pudo ser un encargo del obispo cuya maniobra propagandística fue posteriormente sancionada y apoyada con la carta de Calixto II simulando un encargo que en realidad no existió. Esta es la interesante teoría que se expone en la web Mundicamino y que nos hemos permitido traer hasta aquí, por arrojar una interesante luz sobre las auténticas motivaciones que subyacen en muchas de las gestas pretéritas que damos por inocentes y casi, casi naturales.

La desaparición de este manuscrito supuso una pequeña tragedia nacional, no sólo por menoscabar el patrimonio cultural de todos, sino porque puso en entredicho la custodia a la que nuestras autoridades someten a los tesoros que nos pertenecen, y que tienen la obligación moral (y legal) de preservar.






REMBRANDT, GRABADOR DE LA BIBLIA

Rembrandt realizó más de trescientas obras sobre historias y figuras de la Biblia (entre ellas, setenta aguafuertes), dotadas de un gran sentido de la composición, una sorprendente variedad técnica y una enorme expresividad emocional. El primero de sus grabados de temática bíblica data de 1626 y el último, de 1659. Para Rembrandt, el grabado no era un mero producto derivado de sus pinturas, sino un género dotado de un valor intrínseco. Con ello, seguía los pasos de sus más célebres predecesores, como Lucas van Leyden o Alberto Durero, llevándolos a un nuevo nivel. LEER MÁS



LAS FIGURAS BÍBLICAS DE VIRGIL SOLIS

Las primeras obras firmadas por Solis son de 1554. Su estilo, marcadamente decorativo y de vocación arquitectónica, sintonizó con cierta corriente en boga en el Renacimiento centroeuropeo por aquella época, que se complacía en fusionar temas y ornamentos de estirpe italiana con un gusto por lo abigarrado típicamente germánico. Su arte incorporó influencias de Durero, Beham y otros artistas. Su mejor obra son las Figuras Bíblicas del Antiguo y el Nuevo Testamento, que aquí analizamos, un proyecto gráfico sólido, quizás algo discutible bajo una óptica teológica, pero cautivador y apasionante desde la primera imagen hasta la última. LEER MÁS



LA MONUMENTAL BIBLIA DE MERIAN 

En 1630 se publicaba en Estrasburgo la conocida como Biblia de Merian, la gran Biblia de Lutero con imágenes, publicada por Lazarus Zetzner, una de las editoras más importantes de Europa. Fue la primera vez que los famosos grabados al cobre del insigne artista Mateo Merian fueron insertados en el texto a dos columnas. Las planchas originales fueron posteriormente coloreadas a mano, dando a los volúmenes de las Sagradas Escrituras un relieve plástico y una hondura espiritual tan sólo comparable a los que, en su género, realizaron Durero, Cranach o Rembradt. LEER MÁS



JACQUES CALLOT, ACÉRRIMO CONTRARREFORMISTA

El célebre grabador francés Jacques Callot nació en una región de predominio católico, donde además la influencia de Roma era creciente. El propio autor formaba parte de la cofradía de la Inmaculada Concepción, e hizo causa común con el dogma de la Comunión de los Santos propugnada por el Concilio de Trento. No es extraño, pues, encontrar estos temas en su producción grabada: entre sus centenares de estampas se incluyen ciclos sobre la Virgen, o su serie sobre vidas de santos. LEER MÁS